«Estamos generando la orina más cara de la historia»

Se curtió en las urgencias hospitalarias y desde hace años se desempeña como médico de familia, dos especialidades muy cercanas al paciente. «Son dos sitios a los que pueden acceder cuando lo necesitan y en el peor estado. No son los más fáciles donde trabajar, pero sí son los más gratificantes», reconoce Fernando Fabiani, quién, a pesar de todo, mantiene un gran sentido del humor. De hecho, lleva 30 años explotando su faceta cómica en los escenarios. Actualmente se encarga de la dirección artística de la compañía ‘Los Síndrome’ y de los últimos espectáculos de Manu Sánchez. Su experiencia le ha permitido además escribir varios libros. El último, ‘La salud enferma’, es un alegato, con mucha gracia, frente a la actual locura de buscar estar sano a toda costa.

-‘La salud enferma’, ¿por qué este título tan paradójico para el libro?

-La salud absoluta en la que piensa la sociedad, esa salud perfecta sin la mínima molestia y malestar, sin el mínimo sufrimiento, ese concepto, igual que la felicidad absoluta, no existe. Y la búsqueda obsesiva de esa salud que no existe nos acaba enfermando.

-¿Qué es estar sano?

-Hay definiciones de salud muy básicas, como no tener enfermedades; y otras muy completas, como la de la OMS, que habla de un completo bienestar inalcanzable. En el libro apelo a que sentirse sano es más importante que estar sano porque uno puede sentirse sano incluso teniendo enfermedades.

-¿Y qué necesitamos para sentirnos sanos? 

-Lo primero, no perseguir la salud de manera desesperada, que es la vía más rápida para perderla. Como el que busca desesperadamente la felicidad y no la consigue está infeliz. El camino para estar lo más sano es ir mucho al parque y a la frutería. Una alimentación saludable, ejercicio y evitar los tóxicos es lo que ha demostrado que funciona. Todo lo demás: chequeos, complejos multivitamínicos e ir mucho a consulta ha resultado poco efectivo. La sociedad nos vende la solución rápida en forma de pastilla, consejo o prueba diagnóstica y nos sentimos falsamente más sanos de forma temporal.

-¿Cuál es el ‘no problema’ de salud que más ve en consulta?

-El envejecimiento. Personas de 40 que sienten que le pinchan las rodillas con el mismo ejercicio que hacían con 20; personas de 60 más cansadas… síntoma que no es síntoma sino la evolución fisiológica normal. Cuando con 70 queremos estar como con 20 todo lo que nos pasa lo vemos como síntomas. Se puede envejecer lo mejor posible, pero no existe una medicina antienvejecimiento.

-¿Qué piensa de los chequeos médicos anuales? ¿Cuáles sí y cuáles no?

-Los chequeos rutinarios no han demostrado beneficios para la salud, lo que ofrecen es una falsa sensación de tranquilidad. Cuando te hacen un chequeo, aunque sea a petición propia, te deberían informar si ha demostrado que sirve, de sus riesgos y de que lo único que ofrecen en ocasiones es esa falsa sensación de paz mental. Otra cosa son los cribados que sí han demostrado que tienen cierta utilidad, que son pocos y se hacen en la sanidad pública: en la mujer, las citologías a partir de los 25 años, cada tres años si son normales; y mamografías cada 2 años a partir de los 50; y, en ambos sexos, el test de sangre oculta en heces para cáncer de colon a partir de los 50 años. Es lo único que tenemos que ha demostrado evidencia de que los beneficios superan los riesgos en el cribado del cáncer y por eso se han instaurado en el sistema sanitario público.

-Dice en su libro que si alguien le regalara un TAC dejaría de ser su amigo. 

-En EE.UU. se ha puesto de moda regalar un TAC de cuerpo entero. Suena a perversión. Es difícil escapar sano de un TAC de cuerpo entero. Algo encontraremos seguro, aunque sea pequeño. Hacer pruebas no es solo que no te dé certezas, es que te puede generar más dudas y confusiones. Cuando no falsos positivos porque pruebas infalibles no hay.

-¿Hay algún alimento funcional o enriquecido de los que venden en los supermercados que realmente nos haga falta?

-Nos hace falta visitar más la zona de frescos (frutas, verduras, legumbres, pescado y carne). Más mercado y menos supermercado. Ahí tenemos la salud. La población general no necesita alimentos funcionales sino alimentos en mayúsculas, que es lo que encontramos en los frescos.

-A las farmacias les damos toda nuestra confianza pero en su libro advierte de que también venden algunos productos sin evidencia científica.

-Lo fundamental es tener un farmacéutico de confianza que te asesore de verdad por tu salud. El dilema de la farmacia es encontrar el equilibrio entre la labor de servicio público imprescindible, orientando a los pacientes, y la labor más de mercado que tiene que hacer para que la oficina sea rentable. Algunas mantienen mejor el equilibrio que otras. En la farmacia se venden muchos productos. ‘De venta en farmacias’ nos suena como algo seguro y eficaz, ya sea una crema, una pulsera antimosquitos o un complejo vitamínico y no es así. Tenemos complejos vitamínicos para el cansancio, para subir las defensas, para dormir bien y, en general, lo que estamos generando es la orina más cara de la historia y de la humanidad porque por ahí expulsamos el exceso de vitaminas. La población general no necesita estos complejos, es suficiente con tomar frutas y verduras.

-Ha trabajado en urgencias y en centros de salud, ¿qué es más duro? 

-Son dos sitios complejos porque la accesibilidad es máxima. El paciente puede acudir cuando le hace falta. Los sitios a los que pueden acceder cuando lo necesitan y en peor estado no son los más fáciles donde trabajar pero pueden ser muy gratificantes.

-¿Qué opina del doctor Google? ¿Mejor no buscar síntomas nunca?

-Me resisto a decir que es bueno no buscar información. Como filosofía, acceder a información no puede ser malo. Otro tema es que si la información no está debidamente filtrada nos puede hacer sentir más enfermos. Recomiendo ser muy cauto con las fuentes de información. Asumamos que vamos a buscar y hagámoslo bien.

-Vivimos una época con exceso de información. ¿Vienen ahora los pacientes a la consulta con más conocimientos a veces que el propio médico? 

-Es frecuente que se hayan informado previamente, pero es importante aceptarlo como tal. La primera pregunta que siempre hago a los pacientes es ¿qué piensan? ¿qué les preocupa? A veces vienen, no por el síntoma, sino por la posibilidad diagnóstica. Como médicos de familia tenemos la virtud de que, al conocer bien al paciente, podemos preguntar con una sonrisa: «¿Qué has encontrado por ahí?» Es importante tener el mismo médico de familia toda la vida. Disminuye hasta un 25% la mortalidad y un 30% las hospitalizaciones, según un estudio reciente. Si esto lo demostrara cualquier medicamento, sería portada de los medios y abriría telediarios.