La India puja por un papel de superpotencia en el espacio | Internacional
Estudiantes celebran el aterrizaje exitoso en la luna de la misión india Chandrayaan-3, el pasado agosto, en Guwahati.Anupam Nath (AP)

Es una mañana de septiembre y en una sala de reuniones del planetarium Jawaharlal Nehru, en Bangalore, A. S. Kiran Kumar recuerda sus inicios en la agencia espacial nacional de la India (ISRO), que llegaría a dirigir entre 2015 y 2018. Fue en el año 1975 cuando Nueva Delhi, según relata, logró tener en órbita su primer satélite, el Aryabhata. El aparato indio fue lanzado por un cohete de la Unión Soviética, que cultivaba una estrecha relación con el gigante de Asia del Sur. La URSS era entonces una superpotencia y había logrado enviar un cosmonauta al espacio más de una década antes. Hace unas semanas, en agosto, dos aparatos se aproximaban al polo sur de la luna para aterrizar ahí. Uno era ruso, y fracasó. La India lo logró, convirtiéndose en la primera nación en poner un objeto en esa interesante zona del satélite natural de la tierra.

La hazaña de la ISRO, que tiene su sede central en Bangalore, retrata en el espacio el cambiante estado de las relaciones de fuerza en la tierra. Rusia, que heredó el grueso de las extraordinarias capacidades de la URSS, mantiene hoy grandes activos en el sector, pero no ha logrado volver a la luna desde aquella época. Los dos grandes protagonistas de la nueva carrera espacial son EE UU y China, las dos superpotencias indiscutidas. En el primer caso, contribuye a la pujanza un sector privado muy activo. Pero el logro de la misión Chandrayaan-3 dejó claro ante una platea mundial que la India ya es, y sin duda será, un actor protagonista de esa carrera.

Kiran Kumar ha sido parte de la génesis y evolución de esa misión. Fue miembro planificador de la primera fase (en la que también desempeñó labores técnicas), de la segunda (lanzada poco después de que acabara su mandato al frente de la agencia) y de la actual, en la que ayudó a extraer lecciones de fallos anteriores y sigue colaborando en aspectos operativos del post-aterrizaje.

A. S. Kiran Kumar, en el planetarium Nehru de Bangalore, en septiembre.
A. S. Kiran Kumar, en el planetarium Nehru de Bangalore, en septiembre.Andrea Rizzi

“La India empezó su programa con el objetivo de mejorar las capacidades del país y apoyar el crecimiento y el desarrollo. Probablemente, fue el único que empezó sin ninguna intención militar”, cuenta Kiran Kumar, de 72 años y modales muy afables. “Nuestros objetivos eran de comunicación, radiodifusión, observación meteorológica. Por ejemplo, pusimos en marcha un programa que, estudiando la concentración de clorofila de los mares, ayudaba a los pescadores”. Eran los tiempos del desarrollismo de una India que había conquistado la independencia, pero languidecía en la pobreza de forma parecida a su gran vecino, China.

El mundo ha cambiado mucho desde entonces y la propia India está cambiando. Con esas metamorfosis, también el programa espacial indio experimenta una marcada evolución. El auge de China es uno de los elementos impulsores del cambio. Pekín, cada vez más asertiva en la escena internacional y represora en la interna, cultiva una estrecha relación con Pakistán ―vecino con el que la India convive en un estado de tensión constante―. Los dos gigantes mantienen peligrosas disputas territoriales. Un momento determinante fue cuando Pekín ensayó el lanzamiento de su primer misil antisatélite, en 2007. La India hizo lo propio en 2019.

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“Asistimos a grandes cambios. Por un lado, la economía del espacio crece. Por el otro, es cada vez más evidente que el espacio es un dominio para lograr otro tipo de ventajas”, dice Kiran Kumar. “Esto está en marcha, y la India no puede permanecer inerte ante ello, por cuestiones de protección y seguridad. Incluso si uno quiere tan solo preservar su posición, para permanecer igual hay que moverse. En ese sentido, la misión lunar ha sido un desafío estimulante para nuestro sector espacial. Y es en esa óptica de progreso que hay que ver también los cambios en las regulaciones y en las políticas, por ejemplo, para facilitar que más empresas privadas se involucren. El Gobierno se está moviendo”, apunta.

El Rover del Chandrayaan-3 Rover en la superficie de la Luna.
El Rover del Chandrayaan-3 Rover en la superficie de la Luna.ISRO

Desde 2020, el Gobierno de Narendra Modi ha impulsado cambios que facilitan la proliferación de empresas en el sector, y en efecto, la India dispone ahora de un cuadro privado vibrante. Cuenta para ello con varias ventajas, tanto de carácter geopolítico como de mercado.

Shaju Stephen, presidente y director ejecutivo de Aadyah, una empresa del sector espacial fundada en 2016 y con un buen puñado de clientes globales, lo describe así en la sede de la compañía, en Bangalore: “A escala global, hay solo seis actores de referencia que tienen capacidades en el sector espacial desde el diseño hasta el lanzamiento. EE UU, la UE, Rusia, China, Japón y la India. A nosotros se nos conoce por saber hacerlo al menor coste posible. Si se observan estas seis opciones, se ve que las compañías globales no quieren ir a la tecnología rusa o china, porque trabajar con estos países es un desafío. EE UU tiene muchos controles de exportación, porque el espacio es una tecnología dual, con aplicaciones militares. Entonces la competición es de alguna manera con japoneses y europeos. Los japoneses tienen problemas de coste y de barrera de lenguaje. Los europeos tampoco son baratos. Así que estamos en un lugar dulce del mercado”, dice.

Como señala Stephen, el sector espacial indio destaca por su gran capacidad de contención de costes. La misión Chandrayaan-3 supuso un gasto de tan solo 75 millones de dólares [unos 70,7 millones de euros]. Su tecnología de lanzamiento también tiene costes contenidos y se ha demostrado muy fiable, reduciendo así las primas de seguro, aunque tiene un competidor notable en los Falcon de Space-X, la compañía de Elon Musk.

A principios de septiembre, pocos días después del éxito lunar, la India lanzó un cohete para una misión solar, que viajará 1,5 millones de kilómetros durante cuatro meses hasta un punto desde el cual se dedicará a estudiar el sol (que se halla a unos 150 millones de kilómetros de la tierra).

La ISRO también prepara su primera misión espacial tripulada, que podría tener lugar ya en 2024. La India va claramente por detrás de EE UU y China en la carrera espacial. Sus capacidades tecnológicas son inferiores y dispone de menos medios, por lo cual no es previsible que pueda cerrar la brecha en el medio plazo. Pero su ambición es enorme. En su discurso a la nación por el 75 aniversario de la independencia, Modi exhortó al sector privado a sumarse al gran esfuerzo para “dominar el mundo”. Su retórica y sus planes apuntan a que, en la Tierra como en el espacio, divisa un horizonte en el que, dentro de unas décadas, la India podrá convertirse en la tercera superpotencia, quizá detrás de EE UU y China, pero claramente por delante de otros actores.

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