La embarcación, de 34 pies de exploración, avanza a toda velocidad por el río Dnipro, en Ucrania, antes de que su capitán grite: «¡alto!» Tiene un giro cerrado y avanza lentamente con suavidad, en un movimiento fluido, sin apenas reducir la velocidad.
Con poco blindaje, el patrullero Dauntless Sea Ark, donado por Estados Unidos, confía en la velocidad para eludir los ataques, y su impresionante maniobrabilidad es una baza clave para la recién creada flota fluvial ucraniana.
“Buscamos cualquier tipo de enemigo por todos lados, en el aire, en la tierra y también en el río”, explica sobre su misión el capitán Antón, cuyo apellido no fue revelado por razones de seguridad. «Todo el río Dnipro, desde el norte hasta el sur, la flota fluvial debe protegerlo».
Con una longitud de unos 2.200 km, el Dnipro es el cuarto río más largo de Europa, nace en Rusia, discurre por Bielorrusia y Ucrania, para finalmente desembarcar en el Mar Negro. Atraviesa Ucrania, conectando algunas de sus principales ciudades -como Kyiv, Dnipro, Zaporiyia y Jersón- y proporcionando agua, electricidad y una barrera natural contra el avance de las herramientas.
Su suministro de agua ayuda a enfriar los reactores de la central nuclear de Zaporiyia. Y la destrucción causada por la reciente explosión en la tienda de Nova Kakhovka también puede aliviar su importancia para ucranianos y rusos por igual.
«El río es un objeto estratégico», dice el capitán Antón. «(Debido a la explosión) ahora podemos entender lo importante que es convertirlo en un lugar seguro».
Por ello, Ucrania ha ido descarrilando su flota fluvial, intentando mantener el control del Dnipro y sus horizontes, en concreto avanzando a medias en su ansiada contraofensiva. Siguiendo algunas viejas tripulaciones soviéticas y barcos civiles modificados para fines de combate, recientemente tomó la ayuda de Estados Unidos, la OTAN y otros aliados para fortalecer su flota.