Sin inmigrantes España habría colapsado | Economía

Uno de los asuntos que desconcierta a muchos analistas es la sostenida resiliencia (capacidad para superar adversidades) de la economía española frente a los pronósticos catastrofistas que tanto han proliferado recientemente. Este inesperado comportamiento constituye el núcleo del estudio del Grupo de Opinión y Reflexión, EuropeG, Política monetaria y fiscal (2020-2023), elaborado por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, Josep Oliver Alonso. El trabajo explica la racionalidad económica de esta resistencia basada en los importantes cambios que está experimentado la economía y la sociedad española.

La transformación más profunda se está produciendo en la estructura de la población debido al extraordinario flujo de inmigrantes llegados a nuestro país que han evitado un colapso de la economía española. El análisis apunta que, en el año que finaliza en julio de 2023, España cuenta con más de 530.000 nuevos habitantes de los que más del 100% (620.000) han nacido en el extranjero (en línea con las previsiones 2022–2035 del INE). Una evolución que acelera el crecimiento de nuevos hogares (de una media de 70.000 en 2014-2017 a los más de 200.000 al año en 2022-2025).

Para el profesor Oliver lo relevante es que “entre el 70% y el 80% de la nueva ocupación en España y el 100% en Cataluña, está cubierta por inmigrantes”. Cifras insólitas. En su opinión, “el empleo español, merced en parte por su sesgo hacia los servicios personales (38% del total), ha mostrado una notable resistencia que, en términos absolutos, implicará añadir unos 350.000 nuevos empleos en 2023″.

Otros cambios significativos han sido la disminución de la deuda de las instituciones financieras con el resto del mundo desde el 86% al 60% del PIB entre 2008 y 2023; la intensa reducción de la deuda privada (hogares y empresas) desde el 203% en 2010 al 125% en 2022; el disparo de los ingresos por exportaciones hasta el 41% del PIB, nueve puntos más que hace una década, y la sustancial mejora de la deuda exterior neta desde el 98% del PIB en 2009 al 58%, aunque todavía distante del objetivo europeo del 35%.

Oliver advierte, no obstante, de los riesgos que supone seguir manteniendo una política neoliberal pasiva en materia de inmigración: “Los beneficios que supondrán para el mercado de trabajo, las empresas, los ingresos públicos, las futuras pensiones y la economía en general, la llegada de 400.000 emigrantes al año están claros. Pero también hay unos costes para determinados colectivos por la falta de recursos públicos en vivienda, sanidad y educación”. A su juicio, “son necesarias políticas públicas para facilitar la ubicación de estas personas asegurando sus derechos habitacionales, en educación y salud”.

Sorprende la relevancia que han adquirido los inmigrantes para nuestro progreso y bienestar y la escasa atención de su problemática en el debate político interno. Algunos países como Alemania han tomado conciencia de necesidades y aprobado leyes que favorecen la inmigración. No somos conscientes de lo explosiva que puede ser esta realidad si sigue desatendida.

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